¿QUIÉN ESCRIBE LOS LIBROS DE TEXTO EN ESPAÑA?
(Historias de Armadas y Contra Armadas Vencibles)
Tendemos a creer todas las noticias e historias que vienen de las televisiones, periódicos, radios, Twitter, Facebook, incluso en los grupos de WhatsApp.
Nada nuevo bajo el Sol. No hay que preocuparse. El mundo va a seguir girando. Esto lo llevamos haciendo desde que salimos de la cueva.
Antecedentes
A lo que íbamos. En el año 1588 la situación era la siguiente:
Antes de empezar, es conveniente dejar claro que cuando se nombre a España, se ha de entender que “España” engloba todos los dominios de la “Corona Española” es decir, todos los reinos que eran “posesión” de la Corona de los Habsburgo, los cuales comprendían territorios no sólo en la península ibérica, sino en el resto de Europa, África, Asia, Oceanía y América. Entre otros, la Corona de Castilla, la de Aragón, los Reinos de Navarra y de Portugal, en el norte de África los reinos de Fez, Tremecén, Argel, Túnez, Ceuta, Vélez, Melilla, Bujía, Orán, en la península itálica, los reinos de Sicilia, Nápoles, el Ducado de Milán, en el centro de Europa el Franco Condado, Luxemburgo, los Países Bajos, multitud de islas alrededor de África y en Oceanía, y en América los Virreinatos de las Indias (1492-1535), Nueva España (1535-1821) y Perú (1542-1824). Posteriormente se crearían el de Nueva Granada (1717-1819) y el del Río de la Plata (1776-1810).
Así pues, en España reinaba Felipe II, de la Casa de Habsburgo, segundo de su Nombre, Rey de España. Católico hasta la médula y soberano de un Imperio inabarcable e indefendible ante ataques furtivos.
En Inglaterra lo hacía Isabel I, hija de Ana Bolena, hermanastra de María I (Bloody Mary), hija de Catalina de Aragón y nieta de los Reyes Católicos, ambas de la Casa Tudor e hijas ambas, por parte de padre, de Enrique VIII, el que se inventó el Anglicanismo para separarse de la Iglesia Católica Romana y poder ir a su bola tanto en las cosas de la tierra como en las del cielo.
Isabel había accedido al trono en 1558 tras el fallecimiento de su hermanastra María I, quien estaba casada con su primo segundo, el propio Felipe II desde 1554, así que eran cuñados.
El contrato matrimonial establecía que Felipe sólo sería Rey mientras María viviese. Esto duró hasta 1558 como hemos dicho, y a partir de ese momento Felipe perdió cualquier derecho sobre la Corona inglesa.
España dominaba la tierra con los Tercios y el mar con su Armada, pero eran muchos los territorios y mares que defender, así que la soberana inglesa se dedicó a apoyar a todos aquellos que pelearan contra los españoles (el porqué del odio a España es más complejo y habría que contarlo por separado) y, además, promovió una flota de piratas y corsarios que atacara las Plazas españolas en el nuevo continente y los barcos que regresaban de las “Indias” cargados de tesoros.
La respuesta de Felipe II (llamado “el Prudente”) hasta el momento, había sido la de defender lo atacado, pero cuando el apoyo de Isabel I a los insurrectos flamencos se incrementó y por tanto la presencia española en Flandes se estaba convirtiendo en una auténtica sangría de recursos económicos y de personal, Felipe decidió que ya estaba bien, que aquello había que detenerlo.
La Forma: "La Empresa de Inglaterra"
La idea (de manera muy resumida) era atacar la propia Inglaterra para, por una parte, obligar a todos los barcos que hostigaban a la flota española y todas las tropas que combatían en Flandes a volver para defender la isla, con lo que quedaría liberado el tráfico de los buques españoles entre América y Europa y en tierra permitirían una victoria más rápida de los Tercios en Flandes y, por otra, derrocar a Isabel I para modificar las relaciones entre ambos países y reinstaurar el catolicismo. En ningún caso la idea fue la de la invasión para la anexión de Inglaterra a la Corona española. Esto era a todas luces inasequible, tal como ha quedado demostrado en toda la documentación conservada.
Con estos hilos se empezó a tejer ese traje. Esta fue una acción que se produjo dentro del marco de la que en España se conoce como “Guerra Anglo-Española” y que se desarrolló entre los años 1585 y 1604.
El “Casus Belli”.
En 1585 Inglaterra firmó con los rebeldes flamencos el Tratado de Nonsuch, en el que se pactaba una alianza militar con las Provincias Unidas de los Países Bajos para luchar contra España. En ese mismo año, Francis Drake, al mando de la flota inglesa atacó varias ciudades españolas, Vigo, Cabo Verde, La Palma, Santo Domingo, Cartagena de Indias, entre otras. Dos años después, en 1587 atacó Cádiz, Lisboa, el Algarve y las Azores.
En Inglaterra, Isabel I mandó ejecutar a su prima, la católica María I Estuardo de Escocia que reivindicaba el trono inglés.
Así llegamos a 1588. Felipe II ya no puede quedarse inactivo ante los sucesos que están ocurriendo en los tres frentes, el religioso, el político y el económico y da el visto bueno a la invasión de Inglaterra, ordenando a Don Álvaro de Bazán que organice su salida desde Lisboa. Tras muchos preparativos y problemas logísticos, la Grande y Felicísima Armada se hace a la mar un día jueves 30 de mayo de 1588.
Inciso: Nunca se llamó Armada Invencible. Nunca. Esto fue un invento inglés a posteriori para engañar a su entorno y hacer creer que consiguieron una gran victoria.
Los Medios.
La flota la componen 130 barcos de diferentes clases entre los que se contaba con 70 galeazas, galeras, galeones y naos y el resto naves menores o de abastecimiento y comunicación y unos 19.000 soldados y marinos. Aunque inicialmente se puso al mando de Don Álvaro de Bazán (vencedor en Lepanto y célebre por haber utilizado por primera vez en la Historia la Infantería de Marina en operaciones anfibias), su muerte en febrero de ese año hizo que Felipe II nombrara al Duque de Medina Sidonia Don Alonso Pérez de Guzmán como nuevo Comandante de la flota.
El Plan.
El día 30 de mayo de 1588 se inicia la travesía rumbo a La Coruña donde se haría un reagrupamiento. Una violenta tormenta sorprende a la Armada que once días después de salir se encuentra más lejos de La Coruña que el día de la salida. Las naves van llegando en cuentagotas y muy diseminadas, debiendo ser reparadas y reabastecidas, consiguiendo retomar la travesía 127 naves el día 22 de julio de 1588, con casi dos meses de retraso desde la salida de Lisboa.
El día 26 de julio de 1588 comienza a empeorar el tiempo. La nao Santa Ana se separa de la escuadra y la galera Diana averiada el día anterior se pierde en la noche.
Al día siguiente, 27 de julio, el temporal crece. El galeón San Cristóbal sufre graves averías en el corredor de popa. La flota se dispersa. En el recuento faltan 40 naves.
El 28 amaina la tormenta y entre este día y el viernes 29 se reagrupa la Armada.
El día 30 la Armada inicia su entrada en el Canal de la Mancha. La flota inglesa se encuentra en Plymouth sin estar preparada para el combate y sin poder salir a mar abierta por los vientos y la marea.
El duque de Medina Sidonia convoca un consejo de guerra. Todos los altos cargos de la Armada opinan que se debería atacar ya que las corrientes y el escenario son sumamente propicios para acabar con todos los barcos ingleses en un enfrentamiento directo.
Sin embargo, el duque de Medina Sidonia decide cumplir a rajatabla las órdenes de Felipe II, que estableció muy tajantemente que se debía evitar el enfrentamiento y llegar al Paso de Calais para contactar con los Tercios.
Al ver que la Gran Armada pasaba de largo, esa misma tarde unos 120 barcos ingleses comienzan a salir de Plymouth a remolque de botes de remo al mando del almirante Howard y de Francis Drake.
El 31 de julio ambas flotas avanzan en formación de combate. La inglesa a suficiente distancia para no ser abordada. Se producen algunas escaramuzas entre las naves y finalmente los ingleses se dejan caer atrás tras perder dos navíos, manteniendo la persecución, pero a distancia.
En la escuadra española se producen dos accidentes, por una parte, chocan dos naos, quedando una de ellas a la deriva y por otra, la nao San Salvador sufre una explosión en su santabárbara de forma accidental, quedando destruida y con 200 bajas.
El 2 de agosto se produce un encuentro entre ambas flotas. Hay distintos enfrentamientos con fuego de cañón. Los ingleses evitan el acercamiento y la posibilidad de ser abordados. Las bajas en ambos lados son mínimas. La Armada continúa su viaje hacia el este. Los ingleses reciben refuerzos y continúan la persecución a distancia.
3 de agosto. Frente a St. Adhelm se produce un ataque a la urca "Gran Grifón" que ha quedado retrasada. La flotilla de Drake intenta tomarla, pero no se atreven a acercarse a distancia de abordaje y terminan huyendo ante la llegada de naves de auxilio.
4 y 5 de agosto. Días sin viento. Frente a la isla de Wight continúan las escaramuzas. Se mantienen las distancias.
6 de agosto de 1588. Batalla de Gravelinas. La flota española fondea frente a Calais. Si se sobrepasara este punto, el retorno por esa vía ya sería prácticamente imposible por las mareas y vientos de la zona. Los ingleses fondean a unos tres kilómetros y reciben nuevos refuerzos de 36 barcos. Por la noche, aprovechando la corriente favorable mandan naves incendiarias (brulotes) contra la Armada.
7 de agosto. Llegan noticias de Alejandro Farnesio. Estarán preparados en seis días. Medina Sidonia ordena que los barcos más ligeros se interpongan entre ambas armadas para evitar el ataque de los brulotes.
8 de agosto. 8 brulotes son enviados hacia la Armada española. Se desvían algunos, pero se debe dar orden de dispersar la flota y volver pasado el peligro. Esto resulta imposible debido a las fuertes corrientes. Algunas naves chocan entre sí. Ante esa dispersión, la flota inglesa al completo, compuesta de 153 barcos, comienza la batalla con gran superioridad en todos los combates. Pero a pesar de ello tan sólo consiguen hundir un barco, el "María Juan".
Con sólo 5 barcos inicialmente, Medina Sidonia se interpone entre la totalidad de la flota inglesa y el resto de la española que intenta reagruparse. Conforme aumenta la capacidad defensiva española, los barcos ingleses a pesar de su superioridad numérica terminan retrocediendo con numerosas bajas. En un despacho de la reina se habla de 60 barcos que deben retornar a puerto "seriamente maltratados y con mucha gente muerta", publicando Isabel un bando para que "nadie fuese osado de decir el éxito de la Armada" para así esconder la vergonzosa derrota.
9 de agosto. La Armada está dispersa por los combates anteriores. Hay un gran riesgo de encallar en los bajíos de Flandes. La flota inglesa aparece a unos 3 kilómetros. Son 109 barcos frente a los 153 del día anterior.
En consejo de guerra se decide seguir intentando contactar con las fuerzas de Alejandro Farnesio frente a la segunda opción que es volver hacia España por el Mar del Norte.
10 y 11 de agosto. Ante la inviabilidad de conectar con las fuerzas en tierra por los vientos y mareas desfavorables, se decide volver a España. Se inicia el racionamiento de alimentos ante la previsión de una navegación larga.
La Armada continúa navegando hacia el norte seguida de la inglesa. Cuando Medina Sidonia ordena arriar velas para entablar combate con los ingleses, éstos hacen lo propio para evitarlo.
12 de agosto. La flota inglesa cesa en la persecución ante la falta de alimentos, munición y la realidad de que la Armada española sigue rumbo norte y nunca van a querer enfrentarse cara a cara con ellos.
"La Contra Armada".
Si la Gran Armada de Felipe II contó con 130 barcos y cerca de 19.000 hombres, la Contra Armada la superó con creces. Partió con 190 barcos y 28.000 hombres.
El jueves 4 de mayo de 1589, casi un año después de la salida de la Gran Armada española, aparecieron frente a la costa de La Coruña los barcos ingleses.
Estaban comandados por el general inglés John Norris al mando del ejército embarcado y por el Pirata Francis Drake al mando de la flota.
También se suma a la expedición Don Antonio, el prior de Crato, pretendiente bastardo al trono de Portugal, que fue heredado en 1580 por Felipe II.
La encomienda de Isabel I a la Contra Armada era muy clara. Destruir completamente a la Armada española aprovechando que se encontraba en su mayor parte en reparación en los puertos del Cantábrico. Y en segundo lugar tomar Lisboa y reponer a Don Antonio de Crato como Rey de Portugal ya que había firmado con él una serie de concesiones que prácticamente convertían Portugal en un estado vasallo de Inglaterra.
La toma de Lisboa era algo fundamental. Si caía Lisboa y el traidor portugués Crato era puesto en el trono, Inglaterra se garantizaba poner en la espalda de España un enemigo, tomar el control de todos los territorios portugueses de ultramar y hacerse con el control de las islas Azores, auténtica llave para controlar el retorno de los barcos españoles que volvían de las “Indias” cargados.
El problema es que cuando quieres algo así, lo peor que puedes hacer es encomendar la tarea a un pirata. ¿Qué te puedes esperar? Pues lo que ocurrió. Que el amigo Drake pensó que antes de hundir barcos vacíos y en reparación era preferible atacar ciudades teóricamente indefensas y apropiarse de sus tesoros.
Con lo que el pirata no contó es con que las poblaciones que pretendía atacar iban a vender muy caros esos tesoros.
En primer lugar, atacó La Coruña, que contaba con una población de apenas 4.000 habitantes y que estaba defendida por unos 1.000 hombres y 5 barcos en mal estado.
Drake atacó la población por mar y tierra. 25.000 hombres de guerra y 190 barcos contra 4.000 (incluyendo hombres, mujeres, niños y ancianos) y 5 barcos. ¿Qué se podía esperar sino una aplastante y rápida victoria?
La realidad fue que tras muchos intentos de tomar la ciudad y que éstos fueran repelidos una y otra vez por la población a lo largo de los días del asedio, el jueves 18 de mayo de 1589, dos semanas después de su llegada, los ingleses cesaron el intento dejando más de 1.500 muertos a los pies de las murallas de La Coruña y reanudaron su navegación con varios miles de heridos a bordo y la moral por los suelos.
La defensa de la ciudad se basó en varios factores. Uno fue la gran idea de haber construido ese año un castillo en el islote de San Antón que, si bien no podía evitar el ataque por tierra, sí que pudo repeler todos los ataques por mar. Otra fue la encarnizada defensa que hicieron los coruñeses en todos los flancos. Los hombres en las murallas y las mujeres en el robustecimiento de éstas, el terraplenado del muro para dotarlo de mayor consistencia ante los bombardeos, el cierre de brechas y, cuando se hizo necesario, en la defensa y ataque cuerpo a cuerpo con picas y espadas contra los invasores que conseguían penetrar en las brechas de la muralla. En estos episodios destacó María Pita, que en una de esas gestas gloriosas que quedan en los libros de Historia, encabezó un ataque de las mujeres cuando los hombres estaban a punto de ser desbordados.
Al día siguiente, llegó desde Inglaterra una escuadra de 17 barcos con abastecimientos y el correo. Cuando los acontecimientos de La Coruña llegaron a oídos de la reina Isabel I, ésta entró en cólera y mandó una carta a Norris y Drake en la que les exigía la inmediata vuelta, recordándoles que la principal misión de la Contra Armada era la destrucción de los restos de la Gran Armada y que en vez de ello se detuvieron en La Coruña, donde además de no existir ningún objetivo principal, se gastaron medios, municiones, hombres, tiempo y vituallas que después se demostraron necesarios. Cuando Isabel escribió la carta se refería únicamente a la escala en La Coruña. En ese momento no tenía ni idea de que la intención de Drake y Norris era poner rumbo a Lisboa. Ella pensaba que se había perdido tiempo en Coruña, pero que después su Armada se dirigiría a Santander a completar la misión. ¡Qué equivocada estaba!
Las bajas humanas también son esclarecedoras. Por parte española se perdieron unos 11.000 hombres en 1588 y unos 900 (la mayoría civiles) en 1589. Los ingleses perdieron unos 9.000 en 1588 y más de 20.000 en su “glorioso” contraataque de 1589.
Para finalizar, decir que no se puede negar el rotundo fracaso de la misión principal de la “Grande y Felicísima Armada” de Felipe II, ya que no cumplió su cometido. Y esto fue debido a la errónea planificación inicial y a los graves fallos propios de coordinación entre fuerzas de mar y terrestres, así como a un tiempo catastrófico en el mar.
También es innegable y mucho mayor por sus números, el fracaso de la “Contra Armada” inglesa, el cual no se debió a un mal plan. La idea era perfecta. Sin dar tiempo, se pretendía atacar los maltrechos barcos españoles en los puertos en los que se estaban reparando. Se habría liquidado la flota española y ello habría supuesto la toma de las Azores primero y de los puertos americanos después con todos sus tesoros.
Si esto no se produjo, fue por el hecho de que la flota estaba compuesta en su mayoría por piratas y aventureros sin más visión que la de llenar sus arcas con los botines que se iban a conseguir y por la ineptitud del mando inglés, que lejos de visionar lo que se podría producir si se anulaba la flota española, se cegó con la posibilidad de un botín rápido y fácil, menospreciando a los que pretendía saquear.
Lo que no tiene mucha explicación es el por qué, a estas alturas y con los medios de comunicación que hay, al menos en España, se desconoce la verdad de estas historias, cuando en el caso de la Empresa española, ésta está totalmente documentada. Y la inglesa, en lo que respecta a la parte española también. La parte inglesa fue ocultada, al igual que la humillante derrota que sufrieron los ingleses 52 años después en 1741 en Cartagena de Indias, donde a pesar de haber fracasado absolutamente, tuvieron la desfachatez de imprimir monedas donde figuraba una rendición que nunca ocurrió.
Es lamentable que en los colegios de nuestro país se nos haya hecho creer la versión inglesa. Toda la vida hemos llamado “Armada Invencible” a la Gran Armada y de la “Contra Armada” inglesa ya no es que nos hayan contado mentiras no, es que ni siquiera sabíamos que existió. Pero ¿quién escribió los libros de Historia con los que estudiamos en el colegio?
¿Quién escribe los libros de texto?
Que busquen en el Archivo General de Simancas, la Real Academia de la Historia, Museo Naval, Biblioteca Nacional, Diputación y Ayuntamiento de Coruña, etc.
Ahí están los documentos para quien quiera comprobarlo.
Texto revisado 31-10-2024
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